Venecia, 27 de julio de 2021 - Se encuentra en Cannaregio, en la zona de San Giobbe, el “pio luogo delle penitenti” lugar que solía acoger jóvenes prostitutas arrepentidas de Venecia en búsqueda de ayuda y protección. A través de un proyecto de redención, las mujeres podían ser introducidas en la sociedad como trabajadoras y mujeres. Tenían entre los 12 y 40 años, no tenían hijos, y lo que más les interesaba era modificar sus posiciones sociales y mejorar sus condiciones económicas, generalmente caracterizada por extrema pobreza. A partir de 1700, en la ciudad se crearon lugares específicos donde cuidar de estas mujeres y, sobre todo, donde ayudarlas a elegir entre tres caminos socialmente aceptados, o sea empezar a ser: madres, monjas o amas de casa.
La prostitución tiene una historia muy antigua en la ciudad de Venecia. De hecho, ya en 1300 esta práctica era muy común en la ciudad. De todas formas, los primeros lugares en los que se empezó a garantizar ayuda y asistencia a las prostitutas fueron establecidos en 1500. Esencial fue el rol de la nobleza, sobre todo de los nobles que, gracias a sus medios económicos, pudieron crear y financiar asociaciones – llamadas “ospedaletti o ospizi” – pensados para acoger a las prostitutas en condiciones de pobreza extrema. En los primeros años de 1700 fue necesario desarrollar un plan más específico para resolver a este problema, que incluyera soluciones diferentes de las “case di soccorso” y “convertite”: la primera inaccesible debido a su precio mientras que la segunda, accesible sólo a las mujeres dispuestas a meterse a monjas.
«Cuando en los primeros años de 1700, el problema de las prostitutas en Venecia volvió a aparecer – cuenta Laura De Rossi, experta y histórica del arte a IPAV – fueron los curas los que intentaron buscar una solución a este problema, tanto social como higiénico-sanitario, a través de un programa de rehabilitación, independiente de la iglesia y de cualquier otra limitación económica. Fue Giovanni Badoer, después de muchos pedidos por los curas, el que al final decidió hacerse cargo del problema convirtiéndose en el creador del Istituto delle Penitenti ».
Fue asì que, algunos ciudadanos voluntarios, llevaron al grupo de prostitutas arrepentidas primero a corte Borella, en Campo Santa Marina y luego a San Giobbe, siendo este un lugar más periférico y entonces perfecto para garantizar el aislamiento de un año de las mujeres “Penitenti”.
El órgano de gobierno encargado por la organización de “Pio instituto delle Penitenti” constaba con tres oficiales: un ciudadano, un noble y un religioso. Este último, el religioso, luego tomó el cargo de gobernador de por vida. El primer gobernador de por vida fue el abad Paolo Contarini, del que hoy en día sigue encontrándose la lápida en la iglesia de Santa Maria delle Penitenti, parte del instituto y considerada como una de las cinco joyas escondidas de Venecia junto a: el Oratorio dei Crociferi, la Chiesa delle Zitelle, el Complesso dell’Ospedaletto y la Scala Contarini del Bovolo.
Cómo se organizaba la vida de las prostitutas en el “Istituto delle Penitenti”
Para poder entrar en el Istituto delle “Penitenti”, las mujeres tenían que ser recomendadas por el propio cura que, además de encargarse de asegurar el real arrepentimiento de las mujeres, también tenía que velar por sus salud – las mujeres no podían estar embarazada ni tener enfermedades como la sífilis.
Al ingresar en el instituto, las mujeres solían ser aisladas las unas de las otras por un año entero, año en el que tenían que empezar un camino espiritual donde solo podían disfrutar de la ayuda de una priora. Luego, las jóvenes solían ser incluidas en la sociedad a través de pequeños trabajos domésticos, que incluían coser o hacer encajes. De esta manera, las mujeres quizás podían esperar casarse.
«La priora que por primera vez ayudó a las arrepentidas en Venecia – explica Laura De Rossi – fue Elisabetta Rossi, una mujer soltera que pertenecía a una de las pocas familias nobles de la isla de Burano y que, junto a su hermano Francesco Rossi - hombre que tenía una muy buena relación con el patriarca Badoer - fundò la primera escuela de encaje en Venecia. De ahí, esta profesión fue introducida en el Istituto delle Penitenti, lugar en el que nació una de las tradiciones por la que Venecia - y sobre todo Burano - es hoy en día famosa en el mundo».
El Istituto delle Penitenti en San Giobbe fue construido en 1730. El proyecto tenía como objetivo principal el desarrollo de una pequeña ciudad estructurada para acoger un número creciente de huéspedes. Por esto, necesitaba ser muy bien organizada e independiente – la estructura tenía que contar con una enfermería, una cocina y una lavandería – con el fin de evitar cualquier contacto con el exterior. Giorgio Massari, arquitecto muy conocido en la ciudad y sobre todo en las organizaciones religiosas, fue el encargado de desarrollar el proyecto. Él decidió utilizar el patrón que antes había usado Paladio en la realización del Istituto delle Zitella, en el que hay una iglesia situada en las alas laterales del edificio. La iglesia fue terminada entre 1744 y 1745 y consagrada veinte años después a causa de la falta de recursos necesarios para terminar al frente de la iglesia.
Por lo que concierne la decoración interna de la iglesia, fue encargado el pintor Jacopo Marieschi, que pintò en el techo de la iglesia la “Madonna in Gloria con San Lorenzo Giustiniani”, la “Santissima Trinità” y, algunos años después el retablo de San Lorenzo Giustiniani y otros santos cuyas historias tenían una relación con las actividades y las finalidades de este instituto.
El antiguo Istituto delle Penitenti es, hoy en día, un hogar de ancianos, mientras que la iglesia, cerrada al público, ha sido hogar de una exposición de arte en ocasión de la Biennale de arte de 2019.