Venecia, 14 de diciembre 2021 – Los astros, los signos zodiacales, el horóscopo: al observar el cielo nunca, el ser humano nunca ha dejado de emocionarse e ilusionarse. Los más apasionados son los venecianos, los navegantes de profesión que, siempre han tratado con los astros, especialmente por su repercusión sobre la marea. Y Paza de San Marcos, centro político y religioso de Venecia a lo largo de su 1600 años, esconde entre sus piedras y sus bronces, numerosas referencias astrológicas, alquémicas y mitológicas. El Palacio Ducal, la Basílica y la Torre del Reloj nos cuentan historias sobre dioses y signos zodiacales y esconden la antigua fe en los astros que, pese a estar condenada por el cristianesimo, sobrevivió al fin del paganismo, y acabó llegando a ser parte de la cultura medieval.
Como el guía turístico Manuel Meneghel cuenta, el lugar más importante del porticado del Palacio Ducal, la columna de la esquina, dedica su capitel a la astrología. Una transposición de mármol de la obra hito de la astrología clásica, el Tetrabiblos de Tolomeo, cuentándonos la influencia de los planetas en los signos zodiacales correspondientes. “Cada signo zodiacal tiene dos domicilios, uno diurno y uno nocturno, el Sol, en cambio, solo tiene el diurno, mientras que la Luna solo el noctrurno. El capitel nos ayuda a entender la importancia que la astrología había tenido en la astrología clásica de la Edad Media, y en los siglos siguientes – Meneghel explica – Los planetas están representados como divinidades antiguas, de los paganos, sin embargo, contextualizados en esa época en que se realizaron, o sea la Edad Media. Júpiter, dios del cielo de la iconografía clásica, se transforma en un hombre medieval. Marte, en cambio, se convierte en un guerrero al acabar de de regresar de una cruzada y así sucesivamente”.
El capitel de la esquina, sin embargo, no es el único de los 36 totales dedicados a los temas astrológicos. Hay otro, siempre en el porticado del Palacio Ducal, describiendo los influjos de los planetas sobre la edad del hombre. Los planetas, de hecho, ejercen su influencia tanto en los singulos signos zodiacales como en la humanedad entera, a través de las épocas.
En ese lugar, los planetas son siete, a pesar de que los lados de los bajorrelieves sean ocho: “Este último represesnta la muerte por los pecados – subraya Meneghel – fue el punto de equilibrio encontrado entre el concepto de predestinación transmitido por la astrología y de libre albedrío de la cultura cristiana: existe la influecia de los palanetas a lo larago de la vida del hombre, aunque lo que importa es el peso del juicio final al morirse”.
A dos pasos de Plaza de San Marcos, también la fachada de la iglesia de San Julián, San Zulian en veneciano, nos cuenta la astrología gracias a la representación del filóogo y médico Tommaso Rangone, representado al tener en la mano su tema astral, mientras a sus espaldas se erige un globo con constelaciones y una inscripción en griego para celebrar sus méritos como investigador del universo.
La astrología está presente incluso en la fachada de la Basílica de San Marcos: en el segundo arco formando parte de la decoración del portal central, en el intradós, esá la representación de los meses. Entre los meses están insertados los signos zodiacales marcando el paso del año y, asimismo, están presentes al interior de la esfera del Reloj de la Plaza. La Torre del Reloj es una obra de arte magnífica de ingeniería: la esfera del reloj aparece simplificado con respeto de la de 1499 porque, además de marcar la posición del Sol en el zodiaco, un tiempo marcaba la de los demás planetas conocidos. Hoy, el reloj marca el paso del Sol y de la Luna en el zodiaco – continúa Meneghel – en cambio, en el momento de su realización, estaban presentes los otros cinco planetas y, por tanto, era posible tener una carta astrológica y astronómica útil para calcular las varias influencias. Sabemos que de cada Papa, al nacer, por ejemplo, se estudiaba su tema astrológico para poder profetizar el curso del papado y del reino”.
Aún hoy en día, como entonces, el reloj sigue marcando la vida y el tiempo de Venecia al pasar inexorablemente hacia una sola dirección: el progreso de la ciudad más en vanguardia del mundo.