Venecia, 21 de diciembre 2021 – En Venecia no es Navidad sin el belén de los Frari. La estrella de Belén relampagueando al exterior, la melodía navideña resonando al acercarse a la entrada y, cada año, la sospresa de observar cada movimiento. En la Basílica de los Frari, desde siempre, los frailes franciscanos montan dentro de la capilla lateral de San Pietro, llamada Emiliani, un belén “artístico” representando una verdadera atracción para todos, niños y adultos. Se trata de una larga tradición, hecha de amor y paciencia, de atención y espiritu cristiano ayudando a volver al verdadero sentido de la Navidad en una ciudad que este año está celebrando sus 1600 años de su fundación. Como cuenta Padre Sergio Zanchin, a los 89 años, todavía es el pilar de la representación de la Natividad.
“Somos frailes francescanos y San Francisco fue el primero a construir el belén en Gregio, en 1223, luego, los frailes vieron y entendieron que éste podría ser un gesto significativo para los que quieran celebrar la Navidad y ver con sus propios ojos cómo y dónde nació Jesus y la historia de nuestra salvación, un gesto quedándose en el corazón – explica Padre Sergio – por tanto, aquí en los Frari, en la gran casa de los francescanos menores conventuales, el belén siempre se ha hecho. Naturalmente, lo hemos actualizado, con estatuas suficientemente grandes y en movimiento”. La preparación empieza durante el verano ya, momento en que se controlan y se reexaminan las estatuas y en que se piensa en el material necesario. La instalación propiamente dicha empieza a mediados de noviembre para crear el andamio y la estructura, luego, se pasa a al paisaje y a las estatuas con sus aparatos mecánicos.
“El belén no solo es un espectáculo, sino todavía mantiene su finalidad: ayudar a la gente a reflexionar sobre el misterio de la Navidad, sobre Jesus naciendo dentro de una cueva – Padre Sergio sigue – los niños se divierten al ver el pasisaje cambiando su movimientos, aunque no sean capaces de captar el mistero, mientras que los adultos pueden tanto divertirse como niños como darse cuenta de la celebración de un momento importante como el de la Navidad, especialmente gracias al movimiento de la Vírgen levantándose y presentando al Bebé, mientras José mantiene encendida la linerna para arrojar luz”.
Al resonar el tradicional canto “Tu scendi dalla stelle” (Bajas de las estrellas) en toda la capilla, durante el día, el belén se convierte en un pueblito formado por gente ocupada en sus tareas: una mujer alimentando las gallinas, otra extrayendo el agua del pozo para lavar la ropa dentro de un artesón, los leñadores cortando la leña, el alfarero elaborando su arcilla, el herrero batendo sobre el hierro caliente, el cestero realizando un cuévano, mientras tanto el fugo calenta a los pastores y las ovejas abrevándose en la cascada de agua. De repente, al desaparecer del sol, llega la noche, entre relápagos, nubes y tempestades. El viaje se para, los ciudadanos descansan e interrumpen sus actividades. Entonces, el corazón llega a ser la Sagrada Familia, situada dentro de la cueva, con la Vírgen meciendo al Bebé y levantándose para presentarlo a todos, además de transmitir el mensaje según el que Jesus ha nacido para salvar a la humanidad. Arriba, al contornar el belén, se encuentran dos imágenes representando a los ángeles de madera realizados por el tallador bellunese Andrea Brustolon y guardados en la sacristía.
El belén de los Frari permanecerá abierto hasta el 12 de febrero y se puede visitar desde las 9 hasta las 18:30.