Venecia, 6 de octubre de 2021 – Lo que aparentemente puede parecer caótico luego se revela como una composición muy inteligente. Un lienzo lleno de barcos, soldados y armas. La batalla que explota, los soldados que caen bajo los golpes de las espadas. Es el 7 de octubre de 1571, precisamente hace 450 años, y la que se está disputando es la mayor victoria naval para Venecia. Mañana, la ciudad celebrará esta fecha con muchas iniciativas, que se añaden a las celebraciones por el nacimiento de Venecia hace 1600 años.
Para entender la importancia de este evento, solo hay que levantar los ojos hacia el lienzo Batalla de Lepanto, en la sala dello Scrutinio de Palacio Ducal en Venecia, corazón de la ciudad, sede de los dogos y de todo el sistema político de la Serenísima. Las paredes de la sala están en la primera planta – en la que se solían ejercer las operaciones de recuento electoral o deliberativo que asiduamente marcaban los ritmos de la política veneciana – cuentan las batallas ganadas desde el 809 hasta el 1656 además de la de Lepanto, que por cierto está representada en uno de los lienzos más grandes e importantes de todo el palacio. Esta es una obra de arte hecha por Andrea Vicentino, que firmó la obra sin poner alguna fecha. Por cierto, su Batalla de Lepanto ha sido realizada tras la destrucción del mismo lienzo hecho por Tintoretto, a causa del fuego en el Palacio en 1577.
Las tropas aliadas destacan de las tropas otomanas por trajes y armas. Sus almirantes estaban en la popa del buque, muy tranquilos y aparentemente indiferentes. Sebastiano Venier, el protagonista veneciano del evento y el futuro dogo de la Serenísima está representado junto a su paje de armas, erguido y con cabeza descubierta a pesar del peligro, en el bote en primera fila. Don Giovanni de Austria, comandante español y hermanastro de Felipe II, está representado casi al margen derecho mientras que Marcantonio Colonna, el guerrero del Papa, está en la popa del barco papal, detrás de la bandera de la Liga, caracterizada por una imagen de Jesús en la cruz. A estos tres barcos que están en la derecha, hay otros tres a la izquierda, al mando del almirante turco Ali Pascha. La agitación de los capitanes otomanos revela la tensión del momento. El barco de Venier acaba de chocar con el barco turco, las tropas venecianas se lanzan al abordaje de los enemigos del mar, que ya está lleno de muertos y de náufragos con turbantes en la cabeza. El choque entre los dos barcos es tan violento que las patrullas turcas se arrojaron en al mar. En el borde inferior del marco hay escenas de guerra que incluyen al observador en una pelea dura y brutal que caracteriza la lucha cuerpo a cuerpo, el sufrimiento de los vencidos y también su coraje y su voluntad de seguir luchando. En la lucha se refleja el conflicto de las potencias mundiales de entonces.
Para realizar este lienzo, el pintor Andrea Vicentino leyó muchos libros y estudió las reproducciones gráficas del tiempo. Es lo que se ve en esta obra de arte que es exactamente lo que la historia contó. En 1570 Venecia dejó de ser la indiscutible dominadora del Mediterráneo y el imperio otomano puso los ojos en la isla de Chipre, desembarcando allí con sus fuerzas. La Serenísima hizo un llamamiento a Papa Pio V, que el ano después movilizó la Liga Santa, bajo las creencias cristianas. De hecho, solo la ciudad de Famagosta resistió a la presión de los turcos, animadas por el muy valiente Marcantonio Bragadin aunque, poco a poco, fue matado por los otomanosdespués haber sufrido muchas atrocidades. Tras la noticia, el 16 de septiembre de 1571 la flota cristiana salió de Messina. En el mar había cientos entres galeras y barcos grandes y pequeños con a bordo 30.000 soldados y 50.000 entre marineros y remeros. Es Venecia para suministrar la mayoría de los barcos de guerra con más de cien barcos. El seis de octubre el almirante turco sale de la bahía de Lepanto con la misma unidad asumiendo la disposición de medialuna. La Liga Santa despliega seis galeras venecianas, pesadas y sólidas unidades de cargas que en el Arsenal de Venecia se convirtieron en poderosas máquinas de guerra. Es el 7 de octubre cuando las dos flotas empiezan lentamente a avanzar la una hacia la otra: las galeras de la Liga Santa golpean de manera muy fuerte los turcos que pierden muchas unidades, aunque la batalla final tuvo lugar enseguida, después del contacto de los dos barcos y los abordajes. Los barcos enemigos fueron empujados hacia la orilla del mar donde encallaron o se hundieron, y los turcos se lanzaron al agua para escapar. A la agitación del despliegue otomano seguirá una carnicería. La victoria fue aplastante: 13 galeras capturadas, 90 hundidas o estrelladas a la orilla y 3800 prisioneros, aunque también las pérdidas de la Liga fueron muy altas: 7650 muertos y 7800 heridos. El enemigo fue derrotado muy duramente. Sin embargo, la Liga después de muy poco fue disuelta.
Un triunfo de gran valor simbólico e impacto emocional. Pasarán muchos años antes de que la flota turca vuelva a enfrentarse a los enfrentamientos navales y la supremacía del Mediterráneo permanecerá en la Serenísima por un siglo más. Desde un punto de vista técnico, en cambio, la victoria de la flota cristiana confirma la última gran batalla de perfil medieval, combatida con las naves empujadas por los remeros.