Venecia, 29 de septiembre de 2021 – Hay países en los que el té marca los momentos del día, otros en los que es un símbolo de acogida, de compostura y de calma. Que sea con azúcar, con leche, con limón, negro o verde, con especias o con menta. Acompañado con postres o bocadillos, el té es parte de la vida cotidiana de pueblos enteros y es la bebida más extendida en el mundo después del agua. De hecho, no es ningún caso que en Venecia – que en sus 1600 años de historia fue, y sigue siendo, encrucijada entre Oriente y el Occidente – laAccademia del tè Ar-Tea Academy, creada por la sumiller de tè Gabriella Scarpa – Mamá inglesa y papá veneciano, apasionada por la cerámica al torno y en particular por la técnica japonesa raku, Gabriella se convirtió en sumiller de té en Londres y decidió abrir en Italia su Academia: aquí se abren las puertas de una cultura que tiene sus raíces en China, donde los monjes aprendieron sus mil beneficios y usaban esta planta como tónico capaz de mantenerlos despiertos y tranquilos durante las largas vigilias meditativas.
Bajo la Serenísima, donde florecen las viñas, Gabriella nos enseña cómo escoger, preparar, servir y combinar todos los tés del mundo con la cordialidad de la gestualidad que los acompañan. La lentitud, la precisión y la elegancia de los gestos precisos. Ofrecer una taza de té – cuenta – es lo que hago con cada huésped. No es solo una taza de té sino un momento de atención, un regalo, algo valioso que se entrega con amor y por eso intento transmitir esta emoción a través la cultura de mi país”. Después de una taza de té hay rituales solemnes y codificados, hay culturas de todo el mundo. Hechos de gestos, de lentitud, de herramientas y de silencio. La ceremonia del té es una armonía entre hombre y naturaleza, que quiere activar todos los sentidos para saborear la bebida. Asì como para el vino hay una temperatura para servir, también por el té hay que escoger la temperatura de infusión, la porcelana adecuada y las pinzas para recoger las hojas. Porque nada se deja al azar. La magia del té, como la llama Gabriella, empieza cuando la hoja está mojada y entonces cuando vuelve a su forma original, cuando se pueden ver formas y colores diferentes: brotes, hojas planas y yemas.
“El té está perfecto aquí en Venecia, es un momento de descanso, de meditación, de intercambio cultural y de calor. En una ciudad como Venecia – sigue – el té tendría que desempeñar un papel central, en cambio casi se queda sin conocer. En una ciudad que tiene el sabor de Oriente, el té, junto a la tradición romántica de occidente, se une perfectamente. Mi Academia se encuentra en Venecia porque espero lograr ofrecer, a mi ciudad, algo de verdad muy precioso”.
Si alguien piensa que para preparar un té sea suficiente poner una bolsita de té en agua ardiente, en cambio Gabriella nos enseña a recorrer una historia que se pierde en los siglos lejanos, además de enseñarnos cómoclasificar los seis tipos de té según su tabla de colores china, usada de manera universal para poder decidir los colores del té en función de su nivel de oxidación y por supuesto del proceso que se desarrolla para que las hojas de Camellia Sinensis se conviertan en té. Se pueden degustar tés blancos, amarillos, verdes, verde-azules, rojos y negros que representan las bases sobre las cuales se pueden crear los otros tés aromatizados, añadiendo otros ingredientes o perfumándolos con flores según la tradición China, por ejemplo. En sus clases se habla de oxidación, de fermentación, de agua y de suelo, comparando tés de la misma categoría, aunque de proveniencia diferente. Se enseña a preparar los tés con parámetros diferentes de infusión, y a servirlos con las herramientas correctas. Porque el sumiller del té, como el del vino, tiene que saber escoger a los tés y a las herramientas para las compañías por las cuales trabaja. Tienes que saber cómo conservar de manera correcta los tés preciosos, conocerlos de una manera profunda, saber contar sus historias, combinarlos, ofrecerlos y, en fin, prepararlos. Tienes que saber como crear una carta de té, las etiquetas para los paquetes y conocer tanto su calidad como su precio. Conocer las tradiciones de cada país y ser capaz de transmitirlas.
“China nos puede enseñar mucho sobre este tema, y por eso yo intento llevar a esta cultura hasta Italia combinando la manera con la que los chinos consumen el té con la cultura italiana, o sea deteniéndose, haciendo las cosas entendiendo e intentando hacerlas bien – acaba -. Pararse e intentar entender lo que estamos haciendo, hacerlo bien y concedernos un poco de relajamiento, de tiempo para compartir, de belleza y de búsqueda, es lo que yo quiero llevar a Italia a través de la cultura del té”.