Era el 1904 cuando por primera vez su nombre apareció entre las líneas de un documento escrito por el Dux Vitale Falier. Dos siglos después, un edicto de la Serenissima lo proclamó fiesta pública oficial, haciéndolo coincidir con el día anterior al inicio de la Cuaresma. Nace así, en 1296, la fiesta más suntuosa y divertida de la ciudad: el Carnaval de Venecia. Estre máscaras y disfraces, después de cuatro mil años, hoy la ciudad se está preparando para acoger las celebraciones para honrar el aniversario haciendo Venecia famosa en todo el mundo, durante el año de las celebraciones de los 1600 años de su fundación.
Fue un periodo dedicado a la diversión y a las celebraciones antes del inicio del periodo del yeyuno eclesiástico con vistas a las Pascuas. Venecianos y extranjeros acudiendo las calles de la ciudad para darle vida a fiestas con músicas y bailes desenfrenados, dando rienda suelta a las tensiones y a los malhumores escondidos detrás de llamativos disfraces. Alrededor del Carnaval, muchas leyendas y acontecimientos históricos se han cruzado a lo largo de los siglos, encontrando en este periodo del año el contexto perfecto para cobrar vida. Entre estos, una recurrencia ha sido perpetuada a través de los siglos, hasta llegar a nosotros incluso representando el corazón de las celebraciones del Carnaval veneciano: la Fiesta de las Marías.
Es la historia de un rapto y de un rescate, una celebración antigua, remontando a la época medieval, cuando el 2 de febrero se honraba el rito religioso dedicado a la purificación de la Virgen. Aquí, gracias a la naturaleza intrínseca de la ciudad, haciéndola única por definición, los caminos rituales de las procesiones religiosas podían cruzar los canales lagunares, permitiendo a las “scaule”, típicos barcos venecianos, tocar los cuerpos de agua de la ciudad, al recorrer su espina desde la cabeza hasta la cola. Detrás de la tradición religiosa, un acontecimiento ya convertido en historia hecha de piratas y doncellas, se anima entre las calles y los campielli (plazoletas) como fondo de una Venecia de fiesta.
La tradición popular cuenta de un rapto ocurrido en el 973, durante las anuales celebraciones dedicadas a la Virgen María, en el momento en que doce doncellas venecianas a punto de casarse, fueron raptadas con sus dotes delante de la iglesia de San Pietro en Castello.
Fue en los tiempos del Dux Pietro Candiano III, cuando un grupo de piratas dálmatas irrumpieron en la iglesia adornada e iluminada en ocasión de la inminente boda, entre el desconcierto general. Las jóvenes doncellas fueron raptadas y sus joyas fueron robadas también, que estaban celosamente guardadas en cajitas de madera coloreadas y construidas específicamente para el evento, las “arcelle”. Enseguida, una persecución fue organizada por el Dux al tomar el papel de jefe de la expedición: los venecianos con su brillante técnica consiguieron alcanzar rápidamente los atracadores cerca de Caorle, liberando las jóvenes y rescatando las dotes. Su regreso a Venecia fue un momento lleno de orgullo, de hecho, el Dux y los liberadores fueron acogidos por el pueblo con grandes celebraciones y entusiasmo: nació la Fiesta de las Marías.
Desde entonces y a lo largo de muchos años, la fiesta ha sido celebrada para recordar permanentemente el acontecimiento, con modalidades y ritos diferentes secuenciándose a lo largo del tiempo. Durante décadas se celebró con una larga procesión a través de la ciudad y, al final, convirtiéndose en una fiesta con una duración de ocho días, formada por regatas y varios entretenimientos organizados por la Serenissima, hasta que desde la mitad del siglo XIV cayó en desuso.
Después de siete siglos de abandono, sin embargo, gracias al famoso director de cine y operador cultural Bruno Tosi, la celebración ha sido sacada a la luz recientemente otra vez y transformada incluso en el evento central del carnaval veneciano, además de ser una ocasión única para admirar los disfraces tradicionales. En la reprodución moderna, la fiesta se inaugura con un escenográfico desfile compuesto de doce dolcellas y más de trescientos figurantes con máscaras al recordar el rapto y la liberaciónde las jóvenes prometidas, desfilando de San Pietro de Castello a la Plaza de San Marcos.
A finales del desfile, entre las jóvenes se proclama una ganadora: vestida con un maravilloso disfraz realizado para la ocasión, se hace protagonista del famoso “Volo dell’Angelo” (Vuelo del Ángel): un emocionante y espectacular descenso del ápice del campanario hacia el centro de una Paza de San Marcos llena de gente acogiéndola junto con el abrazo simbólico del Dux y de los ciudadanos, haciendo empezar así oficialmente el Carnaval de Venecia.