Venecia, 13 de diciembre de 2021 – Una historia que empieza de Venecia y que ve como protagonista la antigua arte según la que se construyen los barcos de madera que, por siglos, han transformado Venecia en la Dominante. Un arte que la República Serenísima supo transmitir por generaciones hasta los días de hoy.
Las manos que los construyeron en 1955 eran las manos venecianas. Los cuatros galeones originales del Palio de la Repúblicas Marineras – que tendrá lugar el domingo 19 de diciembre en Génova – fueron proyectados y construidos por Giovanni Giuponi y recordaban las imágenes de las antiguas galeras: hechas de madera por Giuponi, de la Cooperativa Gondolieri di Venezia (Cooperativa Gondoleros de Venecia), fueron botadas el 9 de junio de 1956 en la Riva dei Giardini Reali. Un momento muy importante para Venecia, que también vio la bendición de los barcos hecha por el Patriarca de la ciudad Angelo Roncalli que, dos años después fue elegido Papa con el nombre de Giovanni XXIII. Los barcos costaron 3.566.000 liras y los remos 8.000 liras cada uno.
Giuponi era el dueño del pequeño astillero que se encontraba en el río del ponte piccolo, en la isla de la Giudecca y del que él fue el dueño hasta sus 91 años, en 1987. Es aquí que “Nino” trabajaba como “squerariolo” (constructor de barcos) de manera tradicional. Él era capaz de construir barcos de cada tipo y dimensión. Nino Squerariol – así lo solían llamar – era un experimentador en su ámbito, capaz de introducir soluciones técnicas nuevas y materiales inéditos juntos a los materiales más tradicionales, que aprendió a usar en su juventud. En 1985, aceptó escribir un documental muy detallado para describir en todas sus fases el proceso de construcción de las góndolas, interrumpiendo así el hábito muy enraizado de pasar el conocimiento de manera oral, de padre a hijo o de maestro a trabajador, su propia sabiduría. Giuponi empezó a trabajar en 1920, aprendiendo el arte de su padre en el astillero de la fondamenta de l’Arzere all’Angelo Raffaele. Desde el 1951 hasta el 1965, trabajò por la Cooperativa Daniele Manin dirigiendo, siendo Giuponi el jefe del astillero, primero lo del río de le Toreselle – que hoy en dia ya no existe – luego lo de Ognissanti y al final el astillero de San Trovaso, para luego trabajar solo en su propio astillero en la Giudecca.
En su larga carrera, construyó cada tipo de barco: él construyó la “Disdotòna” que se encuentra en la Fondazione Querini, un barco de 18 metros, y también la “Carpaccesca”, una gondola de hierro y de la que hay pruebas también en los lienzos del Carpaccio. Y suyos eran, también, los cuatros galeones hechos por el palio de la Repúblicas Marineras. Luego, en 1983, los antiguos barcos de madera fueron reemplazados por modernos galeones hechos en fibra de vidrio.
Hoy como en la antigüedad, los barcos que compiten tienen un equipaje de ocho remeros y un timonel y destacan en los colores y en los mascarones de proa: el león de Venecia, que recuerda San Marcos, el santo protector de la ciudad; el caballo alado de Amalfi; el drago de Génova que recuerda San Giorgio, el protector de la ciudad; el águila de Pisa, que marca la antigua conexión entre la República y el Sacro Imperio Romano. El mascarón de proa que primero cruza la línea de meta, gana el trofeo de oro y plata realizado por la escuela florentina de orfebre y que representa un galeón con cuatros remos sostenido por cuatro hipocampos, debajo del cual aparecen los escudos de armas de las Cuatros Repúblicas. El trofeo se queda en las manos de la ciudad ganadora por un año, y luego vuelve a ser el trofeo por lo que las Cuatros Republicas competirán en la siguiente regata.
El palio de las Antiguas Repúblicas Marineras, que tiene lugar bajo los ojos del presidente de la República Italiana, cada año tiene lugar en una de las cuatro ciudades. Antes de la regata, hay un desfile histórico, durante el cual aparecen los que figuran como antiguos personajes que caracterizan cada república.
Venecia está representada por Caterina Cornaro, la reina que decidió donar la isla de Chipre a la RepúblicaSerenísima, volviendo a la patria como la “hija favorita de Venecia”. Abre el desfile de Venecia el pendón acompañado por dos nobles, seis trompetistas y cuatros personajes que suenan tambores. Luego sigue un grupo de ocho nobles, cada uno con su propia bandera de Venecia, cuyo uso en las procesiones y en los desfiles remonta al 1177, cuando el Papa Alessandro III los regaló a Venecia como signo de reconocimiento de la autoridad y del dominio de la República de San Marcos. Después de los nobles, hay los Senadores de la Serenísima Signoria con un sirviente que tiene un cojín de terciopelo rojo en el que se encuentra el tocado del Serenissimo Doge. El Doge, con una túnica y un ancho manto rojo y dorado, lleva puesto el típico cuerno ducal. Cuatros embajadores orientales y ochos damas acompañan a Caterina Cornaro, sentada en un palanquín llevado por ochos esclavos moros. La soberana está acompañada por seis miembros de la delegación chipriota. Cierra el desfile un “capitán del mar” que dirige unos esclavos armados.