En la Venecia de mitad Cuatrocientos, lugar de tránsito y de confín entre el Oriente y el Occidente, nació la patente de invención, o sea el derecho sobre las invenciones que abrió las puertas a siglos de innovaciones científicas y tecnológicas en Venecia y en el mundo.
Es el 19 de marzo de 1474 cuando el Senado de la República de Venecia decidió empezar a proteger las invenciones instituyendo la primera ley de invención que garantiza el derecho exclusivo sobre las invenciones. Este sistema entró en vigor primero en Italia, luego en España y, desde la mitad del siglo XVI, en toda Europa. De hecho, la primera patente de invención fue otorgada en 1469 por el ciudadano alemán, Johann von Speyer(Giovanni da Spira). Impresor, Giovanni llevó por primera vez a Venecia la litografía con elementos móviles y, gracias al Collegio dei Savi, por primera vez tuvo el derecho de ejercer el monopolio de esta nueva idea en el territorio de la Serenísima. Fue este paso lo que marcó el uso público de la litografía, marcando la historia editorial nacional e internacional.
En sus 1600 años de historia, la Serenísima representó uno de los más grandes centros en los que llegaban no solo productos que procedían de todo el mundo, sino también hombres, mujeres y, sobre todo conocimiento y sabiduría. De hecho, empezó en 1300, con los viajes de Marco Polo hacia China, la adquisición de un nuevo saber y de enormes riquezas. Saber que se evolucionó en el tiempo, creando artes y oficios que caracterizaron la historia veneciana, como en el caso del arte del vidrio que florecerá en la isla de Murano, sobre todo a partir del siglo XV y que proporcionará vidrios colorados, usados para adornar los edificios y las catedrales de toda Europa.
En ocasión del Economic Tuesday Talks, que tuvo lugar en el departamento de economía en la Universidad Cà Foscari de Venecia, Luca Molà – profesor de historia del renacimiento y de las comunidades mercantiles entre 1300 y 1650 en Venecia, Italia y en el mundo mediterráneo a la Universidad de Warwick – nos ha contado las orígenes y el desarrollo de la patente de invención en Venecia, que abrió el camino a la tecnología moderna.
Es entre las paredes del Fondaco dei Tedeschi, a unos pasos del puente de Rialto que antiguamente solía ser el centro comercial de la ciudad, donde la patente de invención tuvo su expansión máxima.
“Este era el lugar donde los grandes comerciantes iban para aprender el arte de la contabilidad y el arte de hacer negocios – nos cuenta el profesor – Este lugar era una muy grande atracción para los artesanos y los técnicos que procedían de Alemania”.
Quienquiera se fuese presentado en una oficina del Estado con una nueva invención para la República de Venecia, tenía el derecho de obtener la patente de invención y luego, en el caso de que la invención resultara interesante, habría luego obtenido el monopolio de diez años sobre la misma.
Excavadoras para dragar los canales, excavación de barro, máquinas industriales para el tejido de la lana y molinos, eran solo algunas de las invenciones que fueron creadas en Venecia después de la aprobación de la Ley de patente de invención. Fueron más de 2000 las patentes que el Senado de Venecia garantizó a los ciudadanos venecianos y extranjeros de cualquier clase social entre el 1474 y el 1797. Entre estos, también había la patente de invención garantizada a Galileo Galilei al final del siglo XVI con relación a su telescopio.
“Es interesante ver cómo los proponentes de la ley eran los nobles venecianos, intelectuales que entendieron como una ciudad rica y grande como Venecia habría podido atraer hombres inteligentes de otras ciudades como Brescia, Bergamo, Vicenza, Verona, Bassano y otros lugares bajo la autoridad de la República de Venecia – explica Luca Molà -. De hecho, aquí se concentró un número muy grande de capital humano y de invenciones tecnológicas que garantizaban a la ciudad un compromiso en la búsqueda de nuevas invenciones y soluciones a beneficio de esta”.
La inteligencia, tanto en el pasado como en el presente, siempre ha sido el motor de la innovación y, Venecia misma, pudo entender la importancia de proteger este elemento de la condición humana, cautivando personas muy inteligentes y convirtiéndose en uno de los países más poderosos del mundo.