Venecia, 9 de diciembre de 2021 – Con sus 150 años, es una de las fundaciones más antiguas de Italia. Creada por la voluntad de un veneciano que, sin duda, fue un pionero de lo que hoy en día se conoce como el “estado de bienestar”. Es la Fondazione Querini Stampalia, un muy raro ejemplo de casa que se ha transformado en biblioteca y museo, gracias al testamento del conde Giovanni Querini Stampalia, Un patrimonio de historia y de cultura que sigue existiendo gracias a la dedicación de los que lo administran. Casas, tierras, objetos de arte, colecciones, decoraciones, monedas y grabados: Giovanni Querini es el último descendiente de la familia y, cuando murió en 1869, decidió dejar todos sus bienes a su ciudad y a los ciudadanos porque pudiesen tener un lugar en el que estudiar y hablar de ciencia y cultura.
En la fachada brillan los neones del artista Joseph Kosuth que con sus palabras y con las imágenes nos hace pensar sobre los elementos que comunican en la arquitectura, creando una relación entre pasado y presente. Relación que, a pesar de las obras de restauración hechas por arquitectos contemporáneos como Carlo Scarpa, Maria Botta, Valeriano Sartor, Michele De Lucchi, no se han perdido y de hecho, transforman el palacio en una escuela de arquitectura. En la Fondazione Querini nada está fuera de lugar; todo está en armonía, el pasado con el futuro, como si el tiempo no pudiese limitar el patrimonio que, a pesar de su valor económico, lleva consigo una idea de intercambio que los venecianos han aprendido. La Fondazione Querini cuenta con un grupo de importantes seguidores, entre los 200 y 300 y más de 100 voluntarios que regalan su tiempo y su pasión a la Fondazione, permitiendo mantener abiertas las exposiciones y el museo. Luego hay las donaciones, que permiten aumentar el patrimonio de la Fondazione; entre estas hay las obras fotográficas de Mark Smith, Luigi Ferrigno, Graziano Arici y Luigi Ghirri.
“Gracias al amor que los venecianos tienen por este lugar, a menudo deciden donar su proprio bienes a la Fondazione, para sostener las actividades y enriquecer las colecciones – subraya la directora direttrice Marigusta Lazzari – no solo hay nombres famosos entre estos, sino también hay empleados que decidieron dejar sus bienes a este lugar”.
La Querini es un lugar de encuentro, muy atento a los cambios, que sigue comunicando con los venecianos, sobre todo con las nuevas generaciones, explicando cuál fue el marco que dejó Venecia en el mundo. Todo esto, persiguiendo con el espíritu de su creador, según el cual hay que añadir y nunca reemplazar.
“La Familia Querini Stampalia de Santa Maria Formosa fue una de las 12 familias que fundaron Venecia, una de las más importantes de la ciudad y que siempre desempeñó un papel importante en el gobierno de Venecia, aunque sin tener ningún Dogo, debido a la conspiración de Bajamonte Tiepolo en el 1310 – explica Lazzari –. El palacio, así como lo vemos hoy en día es el resultado de una obra de restauración en ocasión de la boda de Francesco Querini y Paola Priuli en 1528, cuando se añadieron algunas casas al edificio principal. Hoy en día en la planta baja hay los servicios, en la primera planta la biblioteca y en la segunda se puede visitar la casa-museo con todas las colecciones originales que pertenecían a las familias. Al final, en la tercera planta, hay las colecciones de la Cassa di Risparmio di Venezia donadas a la Fondazione por el banco Intesa San Paolo.
“Giovanni Querini nació dos años después de la caída de la República y vivió en una Venecia muy pobre con problemas sociales muy serios – sigue la directora -. Era un hombre extraordinario, muy sensible y atento a la sociedad. Ecléctico y curioso, estudió muchas asignaturas y se licenció en derecho, aunque se dedicó a la administración de los bienes de su familia. Compró en Francia unas maquinas para curar enfermedades particulares y las donó al Ospedale Civile de Venecia. Fue promotor del primer experimento de luz eléctrica pública en Venecia e implementó unas operaciones para convertir el hilado en la zona de Treviso menos caro. Giovanni nunca se casó ni tuvo hijos y, seis meses antes de morir, decidió dejar todos sus bienes a la ciudad y a sus ciudadanos, creando la Fondazione y poniéndolos a disposición de las personas porque pensaba que la sociedad solo podía mejorar a través de la cultura, de la información y de la formación gracias al estudio. De hecho, dejó las habitaciones donde solía vivir abierta a los estudiosos, queriendo que fuesen acogedoras por ellos. Además, quería que los servicios de la Fondazione no sustituyesen los que la ciudad ya daba, sino se añadiesen. Esta era la misión de la Fondazione y la misma que sigue animándonos”.
Aunque década tras década el patrimonio se haya parcialmente destrozado a causa de los eventos históricos, la Querini sigue siendo una joya única, un museo, un raro ejemplo de coleccionismo de una muy antigua familia veneciana que demuestra la riqueza y la capacidad que tuvo de adelantarse a los tiempos, dejando una marca indeleble en una Venecia que este año registra un cumpleaños de 1600 años.
Todo lo que pertenecia a su familia - espejos, relojes, muebles, pinturas, cerámicas – se puede ver en la segunda planta del palacio y representa un estilo que se transmite de una familia a sus descendientes.
La Fondazione registra una media de casi 50 mil visitadores cada ano, que pueden pasear entre obras de arte de Tiepolo, Bellini, Palma il Vecchio y el Giovane, además de la colección de 30 lienzos de Pietro Longhi que representan la caza de los patos en la laguna.
Aunque Giovanni no haya tenido hijos de sangre, podemos decir que, en un siglo y medio de historia, muchos han sido los hijos de corazón.
“Este lugar refleja las intenciones y los deseos de Giovanni – concluye la directora – que dejó a la Fondazione el compromiso de seguir con su pensamiento, y por eso nosotros nos sentimos responsables de llevar adelante este pensamiento en la comunidad en la que vivimos”.