La fiesta de la “Madonna della Salute” cuando, cada 21 de noviembre, los venecianos renuevan sus votos para recordar el final de la epidemia de peste de 1630

18 November 2021

Venecia, 15 de noviembre de 2021- Un largo y lento camino que cada año los venecianos afrontan el 21 de noviembre para prender velas en la iglesia de la Virgen de la Salud, ubicada en el barrio de Dorsoduro. Ni lluvia, ni viento, ni nieve que vayan a detener a los ciudadanos, en el día de la Virgen de la Salud, es un deber ir a orar y pedir protección para sí y para los seres queridos. En ocasión de la fiesta, cada año se construye un puente móvil votivo, que conecta el barrio de San Marco con el de Dorsoduro, por ese puente pasa una procesión lenta y larga compuesta por amigos y familiares. Al igual que hace cuatro siglos, cuando el duce Nicolò Contarini y el patriarca Giovanni Tiepolo organizaron durante tres días y tres noches, una procesión que reunió a todos los ciudadanos que sobrevivieron a la peste. Los venecianos hicieron voto solemne a Nuestra Senora jurando de construir un templo en su honor si la ciudad hubiera sobrevivido a la epidemia.

El vínculo entre Venecia y la peste está hecho de muerte y sufrimiento, pero también de voluntad para comenzar de nuevo con fuerza. Venecia se enfrentó a dos epidemias de las cuales aún lleva cicatrices. Episodios dramáticos que causaron decenas de miles de muertes en pocos meses: entre 954 y 1793 en Venecia hubo sesenta y nueve episodios de pestilencia. Entre estos el más significativo fue el de 1630, que luego llevó a la construcción del templo de la Salud, firmado por Baldassare Longhena, y que costó a la Republica 450 mil ducados.

La peste se extendió por toda la isla, en primer lugar en el Barrio de San Vio, y luego por toda la ciudad, también a causa de los comerciantes que vendían las ropas de los muertos. Los 150 mil habitantes estaban asustados, los lazaretos llegando a su límite de aguante, los muertos abandonados en las calles. El patriarca Giovanni Tiepolo decidió que las oraciones públicas debían ser celebradas en toda la ciudad del 23 hasta el 30 de septiembre de 1630, en particular en la Catedral de San Pietro di Castello, sede patriarcal. A las oraciones tomaron parte el Duce Nicolò Contarini y todo el Senado. El 22 de octubre, se tomó la decisión de que durante 15 sábados una procesión en honor de Maria Nicopeja debía tener lugar. La peste però seguía matando, y solo en el mes de noviembre, se registraron casi 12 mil víctimas. Los ciudadanos seguían rezando a la Virgen y, así como ocurre en 1576 con el voto al Redentor, el Senado decidió construir una iglesia dedicada a la Santísima Virgen, llamada “Santa Maria della Salute”. Además, el Senado decidió que cada año después del fin del contagio, el Doge tenía que visitar a la iglesia, en memoria de la gratitud a Nuestra Señora. En enero de 1632 comenzaron los trabajos de construcción, en el área cerca de Punta della Dogana. En el mismo momento la peste finalmente empezó a desaparecer. La epidemia puso de rodillas a toda la República Serenissima, con casi 50 mil muertos solo en Venecia y 700 mil en todo el territorio en dos años. La iglesia se inauguró el 9 de noviembre de 1687, medio siglo después de la propagación de la enfermedad, y el día de la recurrencia se trasladó oficialmente al 21 de noviembre.

El juramento hecho, también se recuerda en la mesa. Solo durante una semana al año, con motivo del día de la “Madonna della Salute”, de hecho, se puede comer la “castradina”, una comida compuesta de carne de carnero, nacida como homenaje a los territorios de Dalmacia. Durante la pandemia, de hecho, solo los dálmatas continuaron abasteciendo a la ciudad, llevando carne de cordero ahumada. El cordero se arreglaba casi a semejanza de los jamones de hoy, salados con sal, pimientos, clavos, bayas de enebro y flores de hinojo silvestres. Después de la preparación, la carne se hacía secar, se ahumaba y se colgaba fuera de las chimeneas como mínimo durante cuarenta días.

Sobre el origen del nombre “castradina” existen dos versiones: la primera hipótesis es que provenga de la palabra “castra”, o sea los cuarteles, y los depósitos de los venecianos esparcidas por las islas donde se solía guardar los alimentos destinados a las tropas y a los marineros. La segunda hipótesis es que provenga de la palabra “castrà”, un término popular que se refiere al carnero castrado. Hornear este plato es bastante difícil porque necesita de una larga preparación, que dura tres días así como la procesión en memoria del fin de la peste. De hecho, la carne se hierve tres veces en tres días, para permitir su purificación y hacerla tierna, se procede entonces con una cocción lenta, durante horas, con la adición de repollo que la convierte en una sabrosa sopa.